Desde temprano, el ser humano evidencia que muchas cosas que ve y percibe aparentemente no se ajustan a su realidad interna. En si, desde temprano, él va descubriendo el paradigma de una realidad interna, como tal, algo que en su mayoría es adoptado como una representación separada de aquella realidad externa que se percibe con los censores fisiológicos y que todos cargamos en nuestros cuerpos. Es hasta frecuente, a medida que el ser biológico se va desarrollando cronológicamente, desenvolver nociones extremas tanto de la percepción interna como externa. Así, aparecen los que se encierran en su propio mundo interno, como una oposición a un exterior que se aprecia de forma distante e irreal. En contraposición, los que asumen la realidad externa como siendo única y completamente verdadera, tienden a separarse de aquella realidad interna a la que catalogarán de irreal y subjetiva. Los humanos, en un contexto general, transcurren sus vidas recorriendo estos dos extremos, discutiendo sobre qué parte tiene la razón, y considerando estos dos mundos como separados y contradictorios. Y si el tiempo pasa, lo hace como un mecanismo integral de ayuda, para que el humano tenga un marco de contraste y referencia entre las diferentes realidades que va creando de manera lineal a lo largo de su vida. Este marco de comparación es fundamental para poder establecer un equilibrio entre las diferentes realidades creadas, pues tanto la realidad interna como la externa son plenamente válidas. Por lo tanto, un entendimiento mejor de su mecanismo funcional puede ayudar al usuario a resolver sus propios dilemas en este juicio. Es hasta normal encontrar la noción paradoxal del caos externo, de la anarquía social, política, económica, porque no decirlo, natural. Y si tanto se reclama en este sentido es porque todo ello escapa de la comodidad que un supuesto control pueda aportar a una conciencia guiada meramente por el escrúpulo de una razón pura y lógica. Es así, que los sistemas son creados; y a medida que la razón llega a crecer, consecuentemente lo hace también su sistema de control, estrechando el cerco de la libre acción. Es esta libre acción a la que se teme y acusa permanentemente de conectarse con otros niveles de conocimiento que escapan de la mera percepción externa y mecánica. Es la que permite asimismo la búsqueda de respuestas en las manifestaciones de la naturaleza, como un mecanismo reflejo del mundo interior. No es por nada que esta paradoja entre el mundo externo e interno haya migrado hacia otras esferas que en la actualidad abarcan el mundo tecnológico e industrializado, los que van asfixiando y devorando la naturaleza, una metáfora válida de la lucha de las realidades internas y externas en este planeta. Y si se observa la historia humana, pareciera que la lógica de la “civilización” ha girado alrededor del esfuerzo descomunal para aplacar las conexiones naturales del ser humano con sus partes subjetivas, una lucha, hasta cierto punto, cruenta desde los moldes físicos. Las culturas ancestrales, tribales e indígenas, así como la mujer, en general, siempre han tenido una extensión muy rica y vibrante con los niveles naturales y subjetivos. No es por nada, que la “civilización” siempre se haya esmerado en su sumisión y “evangelización” histórica. Toda esta cultura de la “sumisión” toma matices mucho más densos con la entrada de otras armadillas modernas, que intentan siempre sujetar al ser humano a un estado de temor y dependencia completa a los factores externos, restringiendo su frontera mental a condiciones muy limitadas. La pérdida de esperanza y el oscurecimiento de la auto-percepción crean en el ser humano dificultades que en apariencia escapan de su dominio. Esta programación continua hecha a lo largo de la civilización, con relación a la imagen del ser humano sobre la faz de la Tierra, ha hecho que éste olvide el significado literal de su existencia, exactamente descrita en el Génesis bíblico: “...hecho a la imagen de Dios”. Esta definición permanece escondida muy dentro de los meandros de la conciencia y el corazón, convirtiéndose por lo tanto, para la gran mayoría, en una idea poética y muy subjetiva, a diferencia de la realidad externa y objetiva que es mostrada implacablemente a diario. La historia lo demuestra, lo dicen muchos a menudo. La percepción tergiversada de ver el mundo interno como uno que no encaja dentro de los confines tridimensionales a los que estamos acostumbrados día a día, es en sí una treta muy sagaz para intentar convencernos de las supuestas evidencias y leyes ineludibles que conforman todo nuestro mundo físico; y viceversa. No se puede entender tampoco el mundo interno sin una comparación directa con su complemento más próximo: el mundo externo. Un conocimiento interno profundo es importante para comprender que aquel complemento externo no es más que una extensión de si, y no una realidad contraria que intenta sobreponerse a la otra. De cierto, existen aquellos que disponen de una plena conciencia de todos estos factores actuando conjuntamente, muy conscientes también del valor y poder pleno del mundo subjetivo. Sin embargo, para varios de éstos, esta validez interna en manos de otros, llega a ser vista como una amenaza a las estructuras implantadas en el mundo externo, por eso, la lucha por menospreciar y aplacar su campo de acción ha sido ardua en muchas áreas del quehacer humano. Los atributos del espíritu, sus conexiones con los estratos más sublimes y sagrados, así como las libertades plenas del alma, proceden de este mundo interior. Muchas cosas que hoy día pululan a diestra y siniestra a nuestro alrededor parecen empujar al ser humano a claudicar de las riquezas de su espíritu y su corazón, o sea, de su mundo interno. Todo Iniciado y Maestro alguna vez debe pasar por este examen, uno que pruebe que su fuerza, paz y regocijo personales provienen plenamente de su interior y no están al alcance de los artilugios externos que su propia mente sea capaz de disparar. En ese sentido la metáfora del Cristo, siendo seducido por “Lucifer”, durante sus meditaciones en el desierto por cuarenta días y cuarenta noches, gana importancia relevante y muy actual. De cualquier manera, esta contienda entre el mundo exterior y su interior está propensa a precipitarse en un futuro muy próximo. La integración de ambos mundos como siendo uno complemento del otro es algo que irá sucediéndose paulatinamente. Los acontecimientos por los que nuestras sociedades están atravesando en el presente, son sólo medidas de ajuste entre estas dos fuerzas para llegar a integrarse de manera fluida y rica. Lo externo y lo interno no dejan de ser dos faces de una realidad muchísimo más amplia y mayor. La primera es sólo la manifestación de la segunda. Ambas, por consiguiente, son opulentas, ricas y llenas de posibilidades rebosantes de colores, tamaños y formas, y se extienden mucho más allá de una simple percepción tridimensional.
Lo que vemos y percibimos a nuestro alrededor es sólo un mero reflejo de lo que cargamos dentro de nuestras mentes y corazones. En sí, lo que se nos presenta son símbolos y códigos de comunicación entre nuestra alma y las percepciones y personalidades que usamos, dentro de la realidad que vamos creando a diario en el vasto océano de la vida.
La Nueva Era
"Hay señales inconfundibles de que en nuestro tiempo se está produciendo un acontecimiento mitológico-psicológico-histórico importante y extraordinario. Historiadores serios han anunciado el final de una Era, y nuestras incipientes mitologías proclaman el comienzo de otra -la de Acuario-; una Era llena de maravillas y anunciada por portentos. Lo que es seguro es que nuestras viejas dinastías mitológicas, las grandes tradiciones ortodoxas que han guiado y dado forma a la vida de los hombres en este planeta durante miles de años, han empezado a aflojar el dominio que ejercían sobre nuestra imaginación colectiva. Durante la mayor parte de nuestra historia la tendencia mitificadora del hombre ha estado anclada tanto en una proyección literal sobre el paisaje exterior como en formas culturales tradicionales. La primera ancla ya se ha soltado y estamos arrastrando la segunda, azotados por los vientos de cambio".
Stephen Larsen
La Puerta del Chamán
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Electric Storm
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En Marzo 02 de 2014, primera noche de Carnaval se derrama el cielo sobre la ciudad de Santa cruz de la Sierra, Bolivia. Estas imágenes pueden servir como un pequeño testimonio de lo que ocurrió..................
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On March 2, 2014, on the first day of Carnival, it pours rain all over the city of Santa Cruz de la Sierra, in Bolivia. This footage may serve as a short testimony of what happened...
Para facilitar su subida a Internet, la calidad de imágen se ha reducido notablemente.
Espero lo disfruten!
Colores
..........................Tercer segmenro de "En el Cielo y en la Tierra"...........
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