Has escuchado y escuchas casi a diario a quienes repiten con entusiasmo y esmero que la realidad siempre ha sido y es así. Ennumeran sus experiencias que les confirman la evidente realidad que muchos viven a flor de piel.
Dirás que muchas cosas a tu alrededor, al igual que tantas personas y formas de comunicación, comprueban la realidad. Reflexiona por un instante, pues hay quienes "comercializan" con "la realidad". Hay quienes les han dado un precio, un alto precio, por cierto: tu conciencia.
Se han hecho tantos estudios al respecto. Académicos y pensadores han agotado las posibilidades que sólo el debate y las discusiones interminables son capaces de "determinar". Es claro, hay quienes les interesa determinar, y para ellos, las razones o falta de ellas ya han sido establecidas. Son ésos, quienes no están interesados en escuchar tu voz, peor lo que brota de tu corazón.
Las vociferaciones suelen ser muchas. Vienen de varias partes y tienen como objetivo desviar tu atención de lo más importante: tú mismo; en otras palabras, de la voz que brota de tu pecho. Más de uno te puede presentar una lista interminable de utensilios, pruebas y dispositivos de lo que consiste la "realidad".
Desde niños, aprendemos a vivir, convivir y subsistir en una "realidad" previamente establecida, a la que nos educamos, en la que crecimos, a la que, de cierta forma, aceptamos y nos acostumbramos. No falta alguien que asevere que "la realidad" es así. De vez en cuando, encontrarás ese tipo de mercaderes, quienes inescrupulosamente te harán recuerdo de los meandros a los que él o ella están sujetos, a sus tribulaciones y pesares, a sus cargas y dependencias energéticas, que es mejor aceptarlas así como son. Esos nunca te dirán que la realidad está en tus manos, pues eres tú quien posee el gran poder de transformación, de la transformación de tu percepción, influenciando poderosamente la frecuencia de lo que te rodea. Claro, a veces cuando intentas seguir tus propias líneas, con absoluta honestidad y determinación, puede que encuentres con mayor fuerza, las personas y las razones que quieran sacarte de tu carril.
Zafarse requiere coraje. Piensa que por buen tiempo has otorgado tu vida y tu energía a alimentar el tipo de "realidad" que te han "vendido", a través de tantas formas, a través de tantos pensamientos, emociones... No dejarán que un buen cliente se les vaya tan fácilmente de las manos. En último caso, puedes llegar a sentir miedo, una sensación de amenaza y hasta peligro. No te preocupes, porque cuando descubres que las riendas de tu realidad están en ti mismo, descubres al mismo tiempo, que las maquinaciones ajenas no son más que meros pretextos que tú mismo inventaste. Lo hiciste por el miedo de perder lo que imaginaste habías ganado.
¿Cómo cambiar la realidad con una mera repetición de palabras o pensamientos positivos, como tantos "gurús" de estos tiempos modernos repiten una y otra vez, si por las venas y el corazón fluyen otros símbolos?
Quizá haya primero que desintoxicar las viejas normas que se han anclado dentro de si. Es menester limpiar lo viejo para dar espacio a una "nueva realidad". Una nueva realidad consiste en nuevas experiencias, a abrir las puertas a nuevos y desconocidos paradigmas, descartando prejuicios, especulaciones y expectativas, para abrirse paso libremente hacia un nuevo territorio plagado de probabilidades y posibilidades. Es ahí que se debe aprender a ungir las palabras y los actos con todo el fulgor de la propia grandeza.
Exprésate y muévete como tal, pues eres una materialización del poder divino en el plano terrestre. Todo comienza por allí. Y no dejes que nadie te arrebate ese sagrado sentimiento, el sentimiento que tú y tus acciones son y serán siempre reflejos de la robusta y amplia expresión que eres.
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