Cargamos dentro de nosotros todo un linaje de experiencias, pensamientos, deseos y tendencias de tiempos inmemoriables. Somos en síntesis una extensión, no simplemente genética, sino psíquica y espiritual con lo que suponemos nuestro pasado. Digo suponemos, porque todo ese "pasado" se encuentra plenamente "presente" en las células, en la sangre, en los huesos, en la carne, en los genes.
Yo soy la condensación de todos los actos y pensamientos pasados de mis antecesores, una versión actual de sus ideales y esperanzas. Por lo tanto, cada ser humano es una enciclopedia viviente, una entidad rica, espléndida y viva, cargada de experiencias de toda índole.
El conocimiento se encuentra presente en cada uno, pero para eso hay que encontrar el acceso. El presente nos otorga esa oportunidad, la chance de conectarnos en pleno con todo aquello que ya hemos sido y hecho, pues lo hemos sido y hecho a través de nuestros ancestros. El presente es entonces esa época donde tenemos la alternativa de no sólo curarnos a nosotros como personas, pero lo más trascendental es esa chance de poder curar a todos aquellos que vinieron antes. Así, en cada uno reposa la fantástica oportunidad de sanar el pasado, la historia.
Sería infame e injusto decir que somos una víctima genética de nuestros antepasados. Todo lo contrario, somos el cúlmen de todos sus intentos y, sobretodo, sus magníficos aciertos. En otras palabras, digo, todos ellos han vivido a través de los siglos para que "yo" me hiciera presente en este "presente". Es por eso, que cada uno, cada ser humano, es un emprendimiento magistral de la historia, de la vida.
No se puede ignorar simplisticamente todo ese bagaje que toda persona guarda dentro de si, hacerlo es ignorar la historia, ignorar el sacrificio hecho por nuestros antepasados, para que podamos estar aquí, ahora. Ellos en muchas ocasiones erraron, para que nosotros ya no tengamos que hacerlo a través del discernimiento y el conocimiento intrínseco que ello conlleva.
Yo soy la condensación de todos los actos y pensamientos pasados de mis antecesores, una versión actual de sus ideales y esperanzas. Por lo tanto, cada ser humano es una enciclopedia viviente, una entidad rica, espléndida y viva, cargada de experiencias de toda índole.
El conocimiento se encuentra presente en cada uno, pero para eso hay que encontrar el acceso. El presente nos otorga esa oportunidad, la chance de conectarnos en pleno con todo aquello que ya hemos sido y hecho, pues lo hemos sido y hecho a través de nuestros ancestros. El presente es entonces esa época donde tenemos la alternativa de no sólo curarnos a nosotros como personas, pero lo más trascendental es esa chance de poder curar a todos aquellos que vinieron antes. Así, en cada uno reposa la fantástica oportunidad de sanar el pasado, la historia.
Sería infame e injusto decir que somos una víctima genética de nuestros antepasados. Todo lo contrario, somos el cúlmen de todos sus intentos y, sobretodo, sus magníficos aciertos. En otras palabras, digo, todos ellos han vivido a través de los siglos para que "yo" me hiciera presente en este "presente". Es por eso, que cada uno, cada ser humano, es un emprendimiento magistral de la historia, de la vida.
No se puede ignorar simplisticamente todo ese bagaje que toda persona guarda dentro de si, hacerlo es ignorar la historia, ignorar el sacrificio hecho por nuestros antepasados, para que podamos estar aquí, ahora. Ellos en muchas ocasiones erraron, para que nosotros ya no tengamos que hacerlo a través del discernimiento y el conocimiento intrínseco que ello conlleva.
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