La ignorancia humana siempre ha tratado de imponer sus propias leyes mentales e intelectuales. Muchos intentan obviar el mecanismo normal y natural del sistema vital que todo lo rodea. La testarudez humana es tan grande que intenta imponer sus razones al propio sistema natural de la vida y sus procesos. El resultado obviamente siempre ha sido por demás crítico y menguado, a no ser por el reconocimiento de las limitaciones mentales de los hombres y de las mujeres para solucionar sus propios conflictos. Llegar a reconocer que el ser humano está limitado por su mente es un proceso importante para que podamos trascender como humanos.
Muchos han colocado la mente como un objeto de culto. No es por acaso que en el mercado hayan cientos de libros sobre el tema, de cómo ser capaces de expandir la mente y de cómo dominarla. Por cierto, la mente parece haberse salido de control y, por consiguiente, hay que recurrir a su dominio y domesticación. La mente es un instrumento invalorable del ser humano, no un organismo gigante, separado de él, que inclusive algunos nos pasan la impresión que ha tomado control de este mundo y poco podemos hacer para detenerla.
La construcción de un mundo mental ha sido la base de la civilización moderna, alimentada por un poderoso combustible: el pensamiento. El pensamiento es un recurso magnífico del ser humano que bien conducido sólo nos ofrece verdad y sabiduría. El pensamiento tergiversado, por otro lado, es un arma de doble filo que lo único que hace es perder a la persona dentro de los laberintos de la mente. No es por nada que podemos relacionar mente con mentir, palabras que contienen una cierta similitud en su estructura ortográfica latina. Ciertamente que la mente hace un gran trabajo mediante su manifestación ambigua o dual, pues la mente si no es bien utilizada, se pierde en la dicotomía del propio órgano que le sirve de canal: el cerebro humano, dividido en dos hemisferios y limitado por la cavidad craneal. El intelecto humano le ha dado a la mente facultades orgánicas y en sociedades donde el organicismo se ha hecho tan importante, esta visión ha permanecido hasta ahora.
Pareciera que no lo hemos hecho tan bien a lo largo de la historia. Bueno, hemos conseguido sobrevivir como especie y para continuar en esa ruta, muchos redundarán en la importancia de expandir mucho más las capacidades mentales del ser humano. Estamos en ese camino y a veces hay la sensación de que las cosas se están poniento un tanto confusas, fuera de control.
Tal vez sea la hora de detenernos un poco y admitir que nuestra mente humana es una herramienta fantástica, pero que por si sola no sacará a la humanidad de los desvaríos que le hemos "permitido" crear. Y si nos referimos a ignorancia humana, ha sido por la voluntad férrea que hombres y mujeres han colocado en omitir o ignorar otros elementos que igualmente entran en juego. La mente es sólo uno de los tantos.
El aprendizaje es individual y colectivo y cada situación que creamos como humanos ya contiene las propias llaves que abrirán las puertas hacia el próximo nivel del juego que vivimos. Observemos detenidamente nuestro alrededor y escuchemos todos los símbolos y voces que esta vida nos ofrece a cada segundo. Algunas voces hablan muy fuerte, pero tengamos cuidado, pues en muchas instancias, esas vociferaciones y ruidos estridentes provienen de la mente humana, y su intención es distraernos, desconcentrarnos de los agradables aromas y de los armónicos sones que el Cosmos y la Tierra nos regalan a diario.