La claridad que está llegando al planeta es cada vez más evidente para todos. Esa luz ilumina toda la casa y permite a sus moradores ver los muchos nudos que fueron atados a lo largo de miles de años de historia humana. No es por nada que estos nudos estén comenzando a ser desatados, poco a poco; en algunos casos, de forma drástica. No hay cómo evitarlo.
Surge una necesidad imperiosa de resolver todo lo pendiente, de todas esas cuestiones reprimidas, omitidas, escondidas, dejadas de lado. Es el tiempo de las decisiones, de las decisiones y cura del alma.
La vida es un concierto de energías sublimes, canalizadas y expresadas en variantes inimaginables de formas, tamaños y colores. No se la puede subastar, hipotecar, confinar o controlar. Estos nudos del control se están desvencijando. Está sucediendo alrededor del globo, en los más variados grados y maneras. Pero es a medida que esto surge, que aquellas fuerzas y canales que han venido maniobrando desde las sombras, reaparecen también con gran fuerza, pues comienzan a reducirse los reductos oscuros para poder refugiarse. Estas fuerzas no son desconocidas. Para manifestarse en el medio, deben salir primero del espíritu que los alimenta. Tampoco es un acaso que en su lucha por sobrevivir, arremetan con ímpetu contra esta mudanza trascendental de la perspectiva humana. Así, vemos un recrudecimiento del beligerantismo y la violencia, del intento de resurgimiento de viejas y obsoletas formas de pensar y actuar, del restablecimiento de antiguas tácticas y doctrinas de visión y poder, pues estas energías fluctúan dentro de las frecuencias del miedo.
La luz y su correspondiente claridad están manifestando en la conciencia global una nueva premisa de equilibrio, paz y libertad. Son cada vez más los que exigen con determinación, no sólo de los gobernantes, sino de si mismos, un profundo respeto a la verdad y una gran responsabilidad en las palabras y actos, tanto propios como ajenos. Es imposible alcanzar un equilibrio dentro del entorno, si todos aquellos dilemas internos no son arreglados dentro de cada uno, a su debido momento.
Es sí importante recordar que el miedo sólo desea estimular más miedo y desconfianza, pues es sólo allí que estas fuerzas consiguen alimento. Y algo que la luz nos trae, es el conocimiento intuitivo de ese gran poder que hace frente a cualquier miedo: La Fuerza del Corazón, resumida en una sola y valiente palabra: Amor.