Han pasado varios meses desde la última vez que publiqué en este sitio. La última vez que lo hice fue en Septiembre de 2015.
Todo este tiempo ha sido un periodo de ejercicio de evaluación de muchos conceptos y criterios personales y colectivos, pues de alguna manera, por los avatares de la vida misma, vamos percibiendo cada vez más el velo que nos separa de una verdad que comienza a manifestarse con notoriedad en nuestra realidad. De hecho, la palabra realidad ya es una especie de truco ilusorio, que si no se entrena el discernimiento y la percepción de manera persistente, es fácil caer en juicios, prejuicios y límites muy bien construidos para cautivar nuestra atención como seres humanos. Es a esto que refiere el título de IMPERIO DE LA DISTRACCIÓN. Ciertamente, si hacemos un análisis profundo de la historia de las civilizaciones humanas, se van descubriendo patrones, que en nuestra época se enmarcan dentro de lo inexplicable. Los humanos somos seres altamente intelígentes y como tales estamos capacitados para solucionar cualquier problema. No obstante, vivimos en un plano energético -llamémoslo ahora de esa forma-, que bajo la premisa de la confusión y una "estupidez" muy bien articulada, coloca impedimentos para que como habitantes humanos de este plano, lleguemos a tener éxito hacia la solución de nuestros más básicos dilemas existenciales como especie. En ese sentido tampoco se puede negar que los éxitos se van dando muy gradualmente y a cuentagotas, a diferencia de toda una "realidad" que pareciera combatirlos con ímpetu, a través de una serie de errores paradigmáticos, normas y una legislación global que cada vez más atenta contra la vida de la sociedad civil y del planeta, tecnologías que básicamente tienen la premisa de ir reemplazando las drogas químicas, pero que al igual que estas van dejando secuelas en la salud general de las personas, y todo un repertorio propagandístico que mueve trillones, en números impresos en papel o básicamente digitalizados, números que han ganado valor en nuestro día a día y son usados para causar dependencia y pobreza en las naciones del mundo.
Algunos leerán estas frases, y simplemente las hallarán sin sentido, dentro de las estructuras mentales que a lo largo de muchos años -a través de la enseñanza, conducta, el pensamiento y la acción- han colaborado a erguir sin mayor grado de reflexión. Es por eso, que para muchos, se les hace muy difícil siquiera intentar recapacitar sobre el rumbo de sus vidas y el entorno. Muchos adoptan la negación y no aceptan de que las cosas están como están porque hace parte de un plan, un plan que absorbe la energía inconsciente de aquellos que la apoyan sin mucho preámbulo. Y pensar que toda esta maquinación global de destrucción, también proviene de la energía mental de los miembros que se encuentran en esta "realidad". Todos y cada uno hemos participado en algún grado de este juego. Comenzar a estar conscientes de ello es complicado y difícil, puesto que aquellos que han engendrado y mantenido las cadenas de la dependencia energética, reaccionarán. Es ahí que el coraje, pero sobre todo el conocimiento, debe salir a flote. Cuando se habla de que la humanidad está DESPERTANDO, es justamente el proceso de empezar a darse cuenta de todo este mecanismo muy avanzado para atrapar nuestra atención, y por consiguiente nuestra conciencia, dejándolas a expensas de otras fuerzas que se incuban en nuestro interior. De cierto modo, es un sistema parasitario, donde el parásito mismo, construye y plagia una realidad energética alternativa, para no ser descubierto y a la vez crear un ambiente energético adecuado para reproducirse.
Se pueden identificar relativamente fácil gran parte de las tretas para debilitar el espíritu y caracter humanos. Así que los estrategas del "sistema" muy inteligentemente van introduciendo metódicamente nuevas técnicas y formas para ir coartando, sobre todo, las percepciones humanas, a través de la confusión: el cambio de leyes y nomenclaturas para evitar mencionar un problema, o a través de químicos y sedativos de totos los tipos.
Estamos viviendo una guerra, y una guerra afecta todas las áreas de nuestras vidas: economía, salud, lenguaje, política, educación, medioambiente, valores personales y grupales, identidad, creencias, hábitos, pero sobre todo nuestra psique. Sí, la intención es debilitar nuestra mente e inteligencia, algo que hará colapsar nuestro espíritu, si no la atendemos a tiempo. No es por nada la aparición constante de un acentuado nivel de estrés y depresiones en buena parte de la población global, cuyas consecuencias se agravan con un aumento de la violencia y suicidios, en especial, entre jóvenes y adolescentes quienes todavía están en una fase de formación. La destrucción de guías para la formación es elocuente, con la metódica disolución de la familia, en medio de medidas económicas gubernamentales que coadyuvan a ese fin. El desequilibrio de las energías masculinas y femeninas es palpable, donde se intenta polarizar los géneros con mayor intensidad, o simplemente homogeneizarlos, con la desaparición de los géneros. Sin duda, cualquier guerra lo que hace es afectar el equilibrio creando traumas, de una forma u otra.
Es bueno darse cuenta de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, pues eso nos ayuda a enfocarnos mejor en los pasos que necesitamos dar para intentar solucionar aquellos dilemas más próximos a nuestras vidas. Eso, al final, es lo más importante, nuestras vidas, sabiendo que en nuestro interior y en nuestra humanidad radican las grandes potencialidades y fuerzas que rigen el universo.
Los humanos, aunque hayan aquellos que permanentemente nos quieran convencer de lo contrario, somos seres brillantes y capaces de trascender nuestras limitaciones, sin depender de dispositivos externos, llámese ciencia y/o tecnología, que al final hasta ahora no han resuelto los dilemas más básicos de la humanidad, no han logrado curar las afecciones más básicas de los humanos, como la presión alta, la diabetes o la artritis, ni han sido capaces de abonar una solución práctica a la crisis social en la que vivimos. Mas bien, los nuevos avances ayudan a encarecer los análisis médicos y los tratamientos y a dilatar las diferencias entre las sociedades y los países.
Esta guerra sólo se puede sostener en medio de un sistema de mentiras y corrupción incesantes. Si deseamos pues, que este estado de cosas cambie, es con bastante trabajo y diligencia, afrontando la verdadera realidad que habita en nosotros como personas, con sus sombras y luces, y no sumergiéndonos en fantasías que el sistema nos articula constantemente, para escapar de nuestro inexorable compromiso de vivir como seres humanos libres e inteligentes.
Podemos lograrlo, paso a paso, no perdiendo la paciencia y sabiendo que nuestro sentir así como nuestro pensar nos guían hacia la certidumbre de la paz de espíritu y la gratitud, las que representan la profunda felicidad que cargamos dentro de nuestras luminosas almas.